«Ojalá dispusiera
de frases no conocidas, de expresiones extrañas, en algún
nuevo lenguaje jamás empleado antes, libre de repeticiones, de
palabras rancias ya desgastadas por los antepasados», dijo
Khakheperresenb, escriba egipcio, hace, más o menos, cuatro mil
años.
Por una avería que sus técnicos no logran solucionar, blogger.com lleva desde mediados de septiembre de 2009 sin permitirme actualizar este Librillo.
No he tenido más remedio que pasarme a Wordpress:
Ruego a todos mis suscriptores vía RSS y a los amables
visitantes en general que tomen nota de este cambio. Muchas gracias.
2009/09/15
Me leo de un tirón Girl Meets Boy, de Ali Smith*. Hay ya un canon de escritura lesbiana**, cada vez más refinado y definido: muy literario. Pongo sus orígenes en Gertrude Stein y tengo leídas a algunas de sus integrantes: Kathy Acker y Jeanette Winterson,
sobre todo (dos excelentes escritoras difíciles, no desconocidas
en España, pero sí ignoradas), también Sarah Schulman y Dorothy Allison
(ambas publicadas en Alfaguara por recomendación mía, con
escaso éxito). Y, supongo, algunas más que en este
momento olvido. En España, que yo sepa, la única figura
que encaja en esta tradición es Mercedes Soriano (que no era
lesbiana) (Historia de No, Contra vosotros, ¿Quién conoce a Otto Weininger?), a quien hemos olvidado demasiado pronto, tras su muerte a finales de los noventa.
Un
rasgo importante de esta tradición es el planteamiento literario
de la escritura: hay hogaño muy pocos autores en el mundo que se
preocupen tanto del lenguaje y de la experimentación
prosística. Jeanette Winterson, que no se ha privado de
proclamarse la mejor escritora del Reino Unido, tiene páginas
realmente insuperables, aunque las logre a costa de incrementar al
máximo la dificultad de lectura y, por consiguiente, alienarse
lectores. Leerla es un chisporroteo de sorpresas expresivas.
Ali
Smith sigue también esta línea de alta literatura y
experimentación (o vanguardia, o como quieran ustedes llamarla),
pero con más miramiento del lector. Girl Meets Boy se
lee con facilidad: en ningún momento nos exige el grado de
concentración que reclaman casi todos los libros de Acker o
Winterson (o Mercedes Soriano), pongamos por caso. Es una
reinterpretación moderna del mito de Ifis***, que Ali Smith
convierte en una exploración —extremadamente
romántica, a veces (curioso y original))— de las variantes
y combinaciones del sexo. Hay una frase de la susodicha Kathy Acker que
puede servir de orientación al respecto: «We don't have a
clue what it is to be male or female, or if there are intermediate
genders. Male and female might be fields which overlap into androgyny
or different kinds of sexual desires. But because we live in a Western,
patriarchal world, we have very little chance of exploring these gender
possibilities».
No
es una novela extraordinariamente buena, quizá porque se queda
corta en su propia ambición interna, en su prurito de brevedad,
pero me valió leerla.
* Ali Smith, Girl Meets Boy: Canongate, 2007; 161 págs.
**
Son autoras que ponen especial énfasis en definirse sexualmente,
tanto en su obra como en su vida privada, haciendo bandera de su
tribadismo; de ahí que me atreva a utilizar un término
tan políticamente incorrecto como escritura lesbiana.
*** Tomo del Diccionario de mitología clásica
de Constantino Falcón, Emilio Fernández Galiano y Raquel
López Melero (Alianza, 1980) la descripción del mito de Ifis:
«Hija de Ligdo y Teletusa. dos cretenses de condición
pobre. Ligdo advirtió a su esposa que, si daba a luz una
niña, tendría que exponerla, y entonces la madre, que era
muy devota de la diosa Isis, rogó a ésta que la ayudase.
Pero nació, en efecto, una hembra, y Teletusa no tuvo otro
remedio, para salvarla, que vestirla de niño, poniéndole
un nombre que resultaba ambiguo. Cuando Ifis llegó a la edad de
trece años, fue prometida en matrimonio por su padre a una
muchacha llamada Yante, y, como se acercara el momento en que
habría de descubrirse el engaño, Teletusa pidió
ayuda a la diosa, quien transformó a Isis en un joven».
Ovidio narra la historia en sus Metamorfosis.
No, en serio: recomiendo The Anthologist, recién
publicada novela de mi querido Nicholson Baker, a todos los seres
humanos (con buen conocimiento del inglés) que sean capaces
aún de interesarse en la poesía, su razón de ser,
sus modos de mirar y de decir, sus bellezas, sus fealdades, sus
ingenuidades, sus trucos y, sobre todo, sus aplicaciones
prácticas en la vida. (Esto último queda muy misterioso,
pero es en realidad la clave del libro.) The Anthologist
es una obra casi genial, o genial (si aceptamos que la levedad pueda
ser ingrediente del genio), con muy pocos lectores posibles. Quince o
veinte, en España; pero no muchísimos más en Usa
(ojalá me equivoce). Una cita:
At some point you have to set aside snobbery and what you think is culture and recognize that any random episode of Friends
is better, more uplifting for the human spirit, than ninety-nine
percent of the poetry or drama or fiction or history ever published.
Think of that. Of course yes, Tolstoy and of course yes Keats and blah
blah and yes indeed of course yes. But we are living in an age that has
a tremendous richness of invention. And some of the most inventive people get no recognition at all. They got tons of money but no recognition as artists. Which is probably much healthier for them and better for their art.
¿Habráse
visto impudicia semejante? Vale que no estoy de acuerdo con la primera
afirmación, aun admitiendo que Friends fue una serie excelente, pero lo que pongo en negritas es una verdad como un monte de grande.
Paquete de amazon.com, alegría mañanera. Con diversos pretextos (fino y agudo, el chiste que me ha salido, por cierto), he comprado:
Charles Dantzig, Dictionnaire égoïste de la littérature française
Ali Smith, Girl Meets Boy
Denis Johnson, Nobody Move
Nicholson Baker, The Anthologist
Thomas Pynchon, Inherent Vice
Melissa Gilbert, Prairie Tale
Con
el último de la lista puedo haberme equivocado bastante. De
hecho, no recuerdo qué fue lo que me impulsó a encargar
las memorias de una señora que de pequeña
protagonizó La casa de la pradera. Va a ser lo primero que hojee (sí, con hache) (lo segundo, en realidad: véase el párrafo final.)
Leamos. De hecho, la llegada de esta remesa me pilla en plena lectura de The Anthologist,
en ejemplar de prepublicación que una editorial española
tuvo la amabilidad de hacerme llegar. Libro inverosímil:
¿cómo puede alguien atreverse a fabricar una novela con
las disquisiciones de un poeta a quien no acaba de salirle el
prólogo de una antología que le han encargado? Me
encantaría traducirlo, pero me temo que no va a ser posible:
primero, porque está basado en nombres y citas del vasto canon
poético de la lengua inglesa (casi desconocido del
público español, que tampoco conoce el de la lengua
castellana); segundo, porque El antólogo
no vendería ni para pagar un adelanto de mil dólares al
autor. Creo. Veremos si no cambio de opinión cuando me adentre
más en la lectura.
Del Dictionnaire égoïste de la littérature française ya leí quince o veinte páginas, nada más abrir el paquete, y cuánto asombro. La entrada Mallarmé
contiene tal cantidad de información privilegiada para un
escritor, que dan ganas de chorizarla y ponerla en internet.
Quién pudiera escribir un libro así para nuestra
literatura.
Según el Global Peace Index,
los diez países más tranquilos o pacíficos del
mundo son 1) Nueva Zelanda, 2) Dinamarca, 3) Noruega, 4) Islandia, 5)
Austria, 6) Suecia, 7) Japón, 8) Canadá, 9) Finlandia y
10) Eslovenia. España ocupa el vigésimo octavo lugar.
¿Por qué no prepara alguien una lista de los
países más aburridos del mundo, para redondear la oferta?
Mi número uno sería Malta, seguida en turba por casi
todos los países árabes.
Buena Vista Social Club, una película de Wim Wenders.
Más de una hora y media de música y opinión de
Cuba. Hay que hacerse pasar por residente en USA para verla (y no he
encontrado modo de bajármela, pero lo hay, seguro). Yo suelo
disfrazarme de americano virtual (virtuoso incluso, a veces) mediante
el programa Hotspot Shield,
que me funciona primorosamente. [El vídeo puede verse a pantalla
completa con buena calidad. El sonido me parece estupendo, pero, claro,
yo estoy bastante sordo y ya no oigo las frecuencias altas como antes.]
Investments help from Mint.com
posted by RBRB 12:57
Artículo de Pierre Assouline de La République des livres,
sobre la necesidad de enseñarnos de nuevo a leer: «Si tous
conviennent que l'on n'écrit plus et que l'on ne communique plus
comme avant, comment peut-on imaginer qu'on lira encore comme avant
?». Obvio. (Estamos en época de repasar las obviedades,
porque son demasiadas las que tenemos olvidadas.)
posted by RBRB 08:00
2009/09/05
Universidad de Arizona.
Imágenes en alta resolución de nuestro querido vecino, el
planeta Marte, tan rojo él, proporcionadas por la NASA.
Entretiene verlas, aunque solo sea para ir rellenando escaques
vacíos de la curiosidad.
posted by RBRB 08:02
2009/09/04
Esto es un servicio muy útil,
creo yo: convierte en página web, con su URL, cualquier archivo
que usted suba. Así, por ejemplo, aquí tienen ustedes un
mapa de Tánger tomado directamente de mi disco duro:
Get High Now
(colóquese ya): 175 modos distintos (audio y vídeo) de
alterar la percepción y la conciencia del ser humano sin drogas
ni alcohol.
¿Camelo? El texto de presentación dice, en inglés:
You've just found the multimedia appendage of the historic and thrilling book, Get High Now
(released October 1, 2009)—an illustrated, mind-blowing magic
carpet ride of more than 175 ways to alter human perception and
consciousness (without drugs or alcohol).
Within
these pixelated pages you'll find over 35 audio and visual highs
referred to in the great book, as well as other neatness. So grab some
headphones and start snooping—a world of aural, sightly, and
other mystical crud awaits.
Go ahead, Get High Now!
Un texto raro, sin duda. El libro Get High Now sí que existe (aunque mal pudo lanzarse el día uno del mes que viene), pero
la frase final me deja perplejo: «a world of aural, sightly, and
other mystical crud awaits» (le espera a usted un mundo de estupideces auditivas, visuales, etc.»). Porque es que crud
no tiene en inglés ningún sentido positivo: es un dolor
físico mal definido, una extensión de nieve pesada que no
vale para esquiar, cualquier sustancia considerada repugnante o
asquerosa, una porquería, una estupidez... ¿Estamos ante
una fina broma? Qué raro.
posted by RBRB 10:19
2009/09/03
Visita recomendada: El blog de Juan Francisco Ferré,
siempre tan faltón e infaliblemente interesante. Juan Francisco
es una de estas raras personas con las que no me es difícil
estar de acuerdo ni siquiera cuando no estoy de acuerdo, porque me
obliga a prestar atención y descubrir perspectivas.
Así, últimamente, sus
reflexiones sobre Don DeLillo (cuya próxima novela
traduciré, por cierto, como traduje la anterior: premio a mi
longeva fidelidad a un escritor que, para mí, está entre
los grandísimos del último tercio del siglo XX, no
precisamente parco en grandes escritores, dígase lo que se diga
en contra, y aunque el putañero público lector no se
entere, que pa qué va a enterarse, ¿no?).
Los cien pájaros y
pájaras más poderosos de la era de la información,
según el informe anual de la prestiogiosísima revista
usaína. Para que se hagan sus mercedes una idea de cómo
ha zarandeado el alto mundo la bajuna crisis: el nuevo námber
uan es Lloyd Blankfein, que el año pasado hacía un
honorable vigésimo. Y Brangelina han perdido un puesto, del
octavo al nono. Y no lo he mirado a fondo, pero no parece haber un solo
español en la lista, ni siquiera Zapatero. Sarkozy, en cambio,
va 18.º. Siempre nos quedará la Francia.
posted by RBRB 08:42
2009/08/31
Cuaderno de Saramago. Despedida. Lástima, pero se comprende. Muchas gracias por sus entradas, don Pepe: creo que no me perdí ninguna.
Dice
la promocionadisimísima Isabel Coixet en la última
página de MADRID ON, el lindo suplemento de EL PAÍS
para jóvenes ricachones granmanchegos que solo hojeamos los
viejos noctámbulos del Barrio: «[El hotel Mónaco]
era superbarroco y bizarro». Bueno. Naturalmente, las
palabras significan lo que sus usuarios quieren que signifiquen, y
punto. Si hasta hace unos meses, en español, bizarro era
(DRAE)
ahora
parece que empieza a significar lo mismo que en francés
«bizarre»: difícil de comprender, por su naturaleza;
que se aparta de lo habitual. Pero resulta muy sorprendente que a estas
alturas se nos meta en la lengua una galicismo, porque el
francés lleva un par de decenios, por lo menos, sin influir para
nada en el español, de manera que seguramente la nueva
acepción de la palabra nos cae del inglés, que, claro, la
tomó del francés a mediados del siglo XVII. Un
típico rebote lingüístico, de los que tanto han
abundado siempre, y más ahora, con la cosa de la
globalização. En el periodismo norteamericano hallamos
con frecuencia el término «bizarre» aplicado a
bares, restaurantes, hoteles. Y como doña Isabel es tan-tan-tan
usaína, pues lo mismo le viene de ahí.
[Veo en un etimológico inglés que «bizarre» viene del ¡vascuence!bizar,
barba (por la impresión que les causó a los franceses la
barba de los soldados españoles), pero que también
podría venir del italiano bizarro, de bizza, «ataque
de rabia». Joan Corominas, en cambio, considera un
auténtico disparate la etimología vasca. No se puede no
estar de acuerdo con él. El origen italiano del término
se antoja evidente.]
Pero ¡voto al chápiro verde! qué bizarritos nos hemos vuelto.
The Cure: Killing an Arab. Del primer single de The Cure: una reacción de Robert Smith a la lectura de nada menos que L’Étranger de Albert Camus.
A veces le cambian el título, ahora: Kissing an Arab. (No
sé si lo habré contado alguna vez en público:
Albert Camus (1913-1960) es uno de mis padres electivos. Tengo varios.)
Opera 10 RC: ¿cómo es posible que prefiramos Firefox?
FilmFresh:
venden películas para reproducción en el ordenador o la
tele. Precio casi disuasorio (unos diez dólares), pero es legal,
oiga, todamente legal.
HotSpot Shield:
Hágase usted pasar por norteamericano en la red (no se nos
ocurriría semejante impostura en ningún otra parte,
claro). Muy práctico, porque hay páginas (vid. supra e
infra) donde no nos dejan ver películas, ni bajárnoslas,
si actuamos desde cualquier lugar del mundo que no sean los USA.
[Funciona impecablemente.]
Cinco
programas gratuitos de reconocimiento óptico de caracteres
[OCR]. No me había dado cuenta yo de que One Note trae uno
incluido. Sencillito, pero vale para un apaño. MakeUseOf
Smarter Firefox:
¿acelera Firefox? No he notado nada, bueno ni malo, pero es que
lo he utilizado en un Firefox que acabo de instalar sobre Windows 7.
Puede que se note más el efecto cuando el navegador lleva mucho
tiempo funcionando. Seguro.
Word Reader lo lee todo, en Windows. Si no tiene usted el Office 2007, por ejemplo.
SpeedCine:
miles de películas que los usaínos pueden ver gratis y
nosotros no (solo si recurrimos a HotSpot Shield, vid. supra). Hay de
todo, viejo y moderno.
Login 2: desde aquí se puede acceder a cualquier página que nos pida santo y seña. Funciona poquito, la verdad.
Series Yonkis. Series de tv o películas de toda la vida, para ver o comprar, dependiendo de variadas coyunturas.
PristineClassical. Grabaciones antiguas de música clásica, asombrosamente mejoradas. Precios fuertes.
Finales de los
ochenta. Voy con Carlos Barral por el aeropuerto de Niza. Pasamos junto
a un mostrador con espesa cola delante. Miro el rótulo. Digo:
—¡Joder! ¡Fíjate qué cantidad de gente va hoy a Constantinopla!
Carlos mira. Seguimos andando. Al cabo de cuatro pasos dice él:
—¡Constantine, coño! ¿Cómo va a ir nadie a Constantinopla?
No, claro, qué lástima: recién leída la Historia de las Cruzadas, cuánto apetece un viajecillo a Bizancio.
posted by RBRB 18:34
Speedtest.net Pruebas de velocidad en internet: España es el ¡¡¡43º!!! país del mundo en velocidad de bajada y el ¡¡¡93º!!!
en velocidad de subida. Pero, eso sí, estamos entre los
más caros… Aquí, lo único que importa es
que medre la SGAE y que no se nos derrumbe el cine nacional. Nuestros dos tesoritos culturales.
posted by RBRB 17:42
Sigo teniendo la vieja sospecha de que nada
retrata mejor el posible talento sexual de una persona que su modo de
bailar. Y cada vez que veo a Rita Hayworth
en algún número sicalíptico me viene la
perplejidad: ¿cómo fue posible que una mujer tan
rematadamente bella emitiese tan marcadas señas de incompetencia
o desgana eróticas? Claro está que la respuesta es obvia:
la carga sexual de cada quisque NO depende de su belleza. (Y vaya usted
a saber, además, en la práctica.) (Y ¿por
qué será que «quisque» sigue sin venir en el
DRAE?) (Coño, ya está bien de ninguneos a una palabra tan
castiza y tan simpática.)
posted by RBRB 11:23
Bebe estaba espléndida, a mi entender y gusto, en Caótica Ana(esa denostada película de Julio Medem
que a mí me pareció excelentísima en su 70%, por
encima de la media en su 20% y pésima en el 10% restante). Sus
óperas primas musicales tampoco me dejaron indiferente. Y ahora
sus piezas últimas, que oigo y escucho por medio de Spotify,
me parecen un paso adelante de mucha consideración... Yo lo
único que le rogaría a la exquisita extremeña es
que hiciera un cursillo de dicción: cantando la entiendo, pero
hablando... Somos muchos los viejos y sordos, querida mía. Cada
vez más. (Ah, también le rogaría que se vigile los
ripios. Es, como el Gran Ripiador de la Canción, muy sospechosa
de estar utilizando un diccionario de rimas.)
Pero entrambos poemas —sobre todo el
segundo, porque el de las vocales nunca pasó de
pintoresco— son horteroresistentes. Y mire usted que hay pocas
cosas a prueba de horteras.
posted by RBRB 10:10
Sammy Davis Jr. Boogie Woogie. Antes de que la CIA, Bill Haley, Elvis et al.
inventaran el rock and roll para acabar de hacer trocitos los valores
tradicionales. Qué tiempos tan ingenuos. Recuerdo los dibujos de
gente bailando el boogie en la revista argentina Rico Tipo, que mi abuelo —periodista y librero— distribuía en Marruecos.
posted by RBRB 10:03
2009/08/12
Miren esto: Cuba española.
Y el caso es que a una parte irracional de mi cabeza le
encantaría el regreso de Cuba. A fin de cuentas, de allí
tuvieron que venirse mis cuatro bisabuelos maternos en 1898. Y
allí emigraron desde Galicia, huyendo de la mili y la miseria,
dos de mis tíos paternos. O sea, hale: ¡viva Cuba autonómica!
Desembarazándome por
un momento de la escasa simpatía que me levanta el
periódico de marras, reconozco que este tipo de errores se
comente en todos los medios. Pero en los tradicionales había una
corrección previa más rigurosa, o en mejores manos (casi
siempre). Ahora… Da la impresión de que ponen todo como
les va saliendo y que corrigen cuando la gente les manda aviso. El pain in the neck somos los madrugadores, claro.
posted by RBRB 10:04
Un fatal infarto sega la vida de…
Titular de un periódico digital
que a todos nos asombra por la imparcialidad de sus planteamientos
periodísticos y por lo descomunalmente verídico de sus
noticias políticas o politizables (que son casi todas).
El verbo segar se conjuga como acertar: yo siego, tu siegas, él siega. S-I-E-G-A. Supongo que corregirán en seguida el dislate, de manera que lo mismo no llegan ustedes a verlo.
posted by RBRB 08:51
2009/08/07
Ahora
que ya, por fin, más o menos, todos hemos comprendido (quiero
decir todos los que peleamos por estas cosas: dieciséis gatos
mal contados) que no se puede proteger lo que no existe, es decir
—entre otros muchísimos dogmas de realidad cero— la pura pureza de la pura lengua,
ha llegado el momento de proponer soluciones a viejos problemas que no
podían resolverse para no corromper el castellano. Por ejemplo:
lo del nombre de los UNITED STATES OF AMERICA
(USA) y de sus ciudadanos. No podemos decir América (como ellos)
porque América es todo el continente, Norte, Sur, Este y Oeste.
Tampoco es del todo correcto que digamos Estados Unidos, porque hay un
montón de Estados Unidos por ahí: Brasil,
México… ¿Entonces? Hay una tendencia popular que
la Academia rechaza con espanto: USA. Los USA. Estaría muy bien
llamarlos USA, que el mundo entero los llamara USA. USA en
francés (üsá, claro), USA en ruso, USA en
árabe (al-USA), USA en Chino. (Qué vergüenza: no
sé hacer chiste ni en ruso ni en chino.)
Ideal
sería, también que llamásemos usaínos o
usaeros o usaenses a los ciudadanos de esta sigla, pero va a ser mucho
pedir. Lo que parece inevitable, en cambio, es que aceptemos de una
ramera vez la realidad del habla y nos rindamos a la evidencia: a pesar
de los enormes esfuerzos que hacemos todos (al escribir,
porque hablando pasamos por completo), no va a haber manera de que los
americanos se llamen norteamericanos o estadounidenses. Se llaman AMERICANOS.
Qué le vamos a hacer. Los nuestros, los del resto de
América (quitado Canadá), los hispanoamericanos,
podrían llamarse Hamericanos, con hache muy aspirada, casi jota,
para distinguir. (También podríamos intentarlo con
americaños. Los digo por esa bobalicona manía que nos he
entrado últimamente de presumir de letra con boina, es decir de
eñe.) Y a los brasileños los dejamos en brasileros (por
no prestarles la eñe, claro), que ya vale, como
localización, con lo grandísimo que es aquello.
(Bueno:
en realidad, la sigla también podría utilizarse como
denominación de origen, aunque solo para conceptos o cosas: un
coche USA, la música USA; nunca «John es USA»; va
contra el espíritu de la lengua.) (Ah, porque las lenguas tienen
espíritu. No pureza, pero sí espíritu… Anda
que yo también…)
En resumen: en el continente americano
habría a) canadienses; b) americanos; c) hamericanos o
americaños; d) brasileros y e) europeos patagónicos (que
son otro cantar, pero ya los cantaremos alguna vez).
posted by RBRB 12:56
2009/08/06
Hay una editorial interesada en reeditar la traducción de Partes de la oración y otros poemas, de
Josif Brodsky, que Amaya Lacasa y yo hicimos para Versal en 1991.
Sería mucha suerte que algún lector de este Librillo
conociese a Amaya y supiera dónde localizarla. Yo perdí
sus «coordinadas», como dicen o decían los
ejecutivos. Gracias de antemano.
posted by RBRB 09:05
2009/08/05
Graham
Bell —que quizá inventara el teléfono, aunque no
faltan quienes aseguran que le robó la idea a un italiano
desconocido— se pasó los últimos años de su
vida protestando ante el uso que la gente hacía de su invento.
Por ejemplo: le molestaba muchísimo que se contestara
«Hello!» al descolgar; lo correcto era «Ahoy!».
(No sé cómo le habría sentado lo de mi hermano,
que contesta «Oigo».)
Tal vez podamos, pero sin duda NO debemos controlar el uso que los demás hacen de nuestra creatividad aplicada.
posted by RBRB 07:55
Si
en el transcurso de estas vacaciones incurre usted en comportamientos
de grave riesgo y consigue que lo persiga un cocodrilo, sepa que le
conviene huir en zigzag: son bichos rápidos, pero negocian muy
mal los cambios de dirección.
Sabrá usted que el
término norteamericano «alligator» procede del
español «el lagarto», claro.
Merriam-Webster:
posted by RBRB 07:07
2009/08/02
«La Biblioteca Nacional facilita a través de Bubok
el acceso a sus fondos. Por primera vez puedes conseguir una
reproducción en papel de los libros más importantes de la
historia.»
Se pasan un
pelín en los precios, quizá, pero puede usted,
señor o señora curiosa o curioso, pasarse horas hojeando (sí,
con hache) (sin hache era otro verbo, más bien
cinegético, hasta que los Padres y las Madres ((pocas)) de la
Lengua, que se pasan de blandibuenos y blandibuenas, decidieron dar un
cacho de la razón a los ortograficlastas) libros de alto interés para quien, como este servidor de ustedes, tan raras inclinaciones padezca.
Página lentorra. Cinco minutos para bajarse un PDF normalito.
posted by RBRB 08:10
Acabo de descubrir que llevo toda la vida pelando los plátanos al revés. ¿En qué otras cosas me estaré equivocando por completo?
posted by RBRB 07:43
2009/07/29
El primer concilio ecuménico de la Iglesia se ayuntó en la ciudad de Nicea
(hoy Iznik, Turquía), el año 325. En él se tomaron
grandísimas y astutas decisiones administrativas y
teológicas que marcaron, sin duda, el largo destino futuro de la
institución —ya entonces oficial— que lo organizaba.
Me importan todas ellas un pimiento amarillo, claro. Ahora mismo, lo
único de la junta eclesiástica que me llama la curiosidad
es el hecho de que prohibieran la emasculación propia, es decir
que declarasen pecado mortal la acción de rebanarse los
genitales para quedar impotente y no poder cumplir con las tentaciones
de la carne. Se ve que estaba de moda entre los hombres verdaderamente
piadosos y poseídos de Dios. (No entro en los detalles
técnicos: un señor castrado en edad adulta no tiene por
qué quedar impotente, ni perder la libido. Ahora, claro: si lo
que haces es cortarte el pene, como Orígenes, Padre de la Iglesia, quedas un tanto disminuido en tus alcances.) (Eso sí.)
La pregunta,
ahora, es: ¿Por qué prohibió la Iglesia esta sana
práctica, por qué no hizo lo contrario, es decir
recomendarla o incluso imponerla a sus sacerdotes? Eso habría
sido congruencia, y lo demás son pamplinas.
Luego está que los cantos litúrgicos habrían quedado preciosos en las voces de los castrati.
posted by RBRB 19:02
Lo mejor que he leído sobre el libro electrónico, en The New Yorker, con la firma de Nicholson Baker.
(Nicholson Baker
es un escritor norteamericano algo más que interesante, aunque
en los últimos tiempos quizá se le haya desflecado un
poco la creatividad. Yo traduje su novela Vox, untentiginoso
diálogo telefónico entre dos personas que no se conocen
y, quizá por ello, intercambian fantasías eróticas
con toda libertad. En su momento, Javier Maqua
y yo tuvimos la idea de hacer una adaptación teatral de la obra,
pero Baker no nos lo permitió. También Almodóvar
jugó con la idea.
La traducción de Vox
planteó problemas bonitos. Primero, de nomenclatura, porque el
autor nombra y describe objetos que en español aún no
tienen denominación establecida. Segundo, porque tuvimos que
hacer versiones ad hoc de la traducción para México y
Argentina: el texto maneja un rico e imaginativo vocabulario
venéreo que no es el mismo en los diferentes ámbitos de
la lengua española.
Los diez casos de conspiranoia más robustos y arraigados, según la revista TIME.
1. The JFK Assassination
2. 9/11 Cover-Up
3. Area 51 and the Aliens
4. Paul Is Dead
5. Secret Societies Control the World
6. The Moon Landings Were Faked
7. Jesus and Mary Magdalene
8. Holocaust Revisionism
9. The CIA and AIDS
10. The Reptilian Elite
Confieso que de este
último —«La élite repitiliana»—
no había oído hablar nunca. [[[Por cierto: nótese
que he escrito oído, no escuchado: los
sonidos se escuchan cuando uno quiere escucharlos; los sonidos se oyen
cuando se producen, aunque no pongamos voluntad en escucharlos. Ya no
sabe uno cómo explicar la diferencia. Hay una imbécil,
mandamás de un programa radiofónico matutino, que se
empeña en llamar escuchantes a sus oyentes. Petulancia
se llama esa figura: a ella la escuchan, que nadie se atreva a
oírla. No sé cómo ha llegado a colarse y cuajar en
la cabecita general que escuchar es más elegante y fino que
oír. ¡Hay textos y películas en que llegan incluso
a traducir el inglés «hear» por
«escuchar»! Gente grosera, sin sensibilidad
lingüística. Incluidos más de dos y de tres y de
cinco académicos.]]] [[[¿Habrá tal vez una
conspiración de Escuchadores Generales?]]]
Teníamos peticiones
hermosas y sencillas. Se cumplieron algunas. Se pudrieron las
más. Ahora, sin embargo, vivir es más difícil. Lo
siento. No es culpa mía, pero lo siento por las generaciones
obligadas a superar los repugnantes problemas que se les plantean desde
las cumbres de la riqueza y el poder.
posted by RBRB 12:48
2009/07/19
Quizá hayan visto ustedes el PÚBLICO
de hoy. Lo que se denuncia en portada da asco, en efecto, pero encaja
perfectamente en la actitud del PP: que se hunda España, que nos
hundamos todos, si con ello se logra el regreso triunfante de la santa
derecha al gobierno. Vomitivo.
posted by RBRB 17:38
2009/07/16
No me digan que no merece atención, así, de entrada, una inglesa que anda por ahí llamándose Úrsula Martínez (ella no pone las tildes, claro). No es desconocida en España: una película suya —Venkel’s Syndrome— ganó el Lábaro de Plata en el Festival Internacional de Valladolid (2001). Por YouTube anda un vídeo suyo muy curioso de ver.
posted by RBRB 06:57
2009/07/15
Lamento la muerte de Eduardo Chamorro.
No soy yo quién para hacerle un elogio fúnebre ni una
necrológica, pero es cierto que hubo entre nosotros momentos de
amistad y coincidencia. Devoto de Juan Benet hasta extremos para
mí inconcebibles, divertido y ácido, excesivo,
inteligente de cabeza y no tan inteligente en las emociones (no somos
pocos, en este mundo, quienes habríamos necesitado una dosis
algo mayor de inteligencia emocional para el mejor desenvolvimiento de
nuestros asuntos), creo que vivió como quiso durante mucho
tiempo, y supo disfrutar de ello.
Vivamus, mea Lesbia, atque amemus,
rumoresque senum severiorum
omnes unius aestimemus assis!
soles occidere et redire possunt;
nobis cum semel occidit brevis lux,
nox est perpetua una dormienda.
posted by RBRB 09:00
2009/07/11
No, en serio, vamos a ver. En nuestra casa de Alcazarquivir
(un mínimo chalecito con jardín y estanque de patos y
cuarto de baño en el patio trasero y galpón para guardar,
entre otros terrores, los sacos de garbanzos) (con parra, con higuera,
con heliotropos y adormideras y dondiegos de noche y campánulas
y rosales) (con una losa de piedra bajo la cual se escondían
enormes sapos barrigones) había una gramola con su
correspondiente colección de discos. Yo prefería la radio
—estamos hablando de finales de los años cuarenta y
principios de los cincuenta: me sabía de memoria casi todo el
elenco de Jorge Negrete—, pero los mayores, de vez en cuando,
hacían sonar alguno de esos discos de baquelita. Era una
ceremonia que entonces parecía inevitable. Dar cuerda a la
gramola, haciendo girar la manivela. Poner una aguja nueva,
quizá (metálica o de bambú). Orientar la bocina.
Dejar caer la pesada cabeza lectora en la periferia del disco. Sentarse
a escuchar La danza macabra de Saint- Saëns (favorita de
mi madre Laura, que había heredado ese gusto de mi abuela Laura,
que seguramente conoció la pieza porque ¡oh sorpresa! se
escribió en Tánger, cuando el maestro francés
vivía en el palacio del callejón de Benitah, cerca del
Zoco Chico, propiedad ahora de Lucía y Bernabé), poner
varias veces seguidas aquello de María Cristina me quiere gobernar,
que a mí me encantaba, aunque ni por asomo llegase a sospechar,
en aquellos años, de qué María Cristina se
trataba. [Oigan esta versión que ahora han hecho los argentinos, para meterse con su presidenta, cuya gracia es Cristina. La otra, María
Cristina, era nuestra regente de finales del siglo XIX, la mamá
de Alfonso XIII. Y cantaban la canción los que mi bisabuela
aún llamaba los insurgentes, no sin algún raro
cariño. Ella tuvo que salir por pies de Cuba, con loros y
plantas exuberantes y tumbonas. Su marido era coronel allí.]
[Aquí está la letra, según La Vieja Trova Santiaguera.]
Bueno.
Una tarde llamaron por teléfono de la Alta Comisaría de
Tetuán y a los pocos meses estábamos instalados en
nuestra ciudad más amada, es decir en Tánger, nuestra
única tierra, donde había nacido mi madre Laura, donde
había nacido yo, donde había nacido mi hermano
Íñigo, donde había nacido mi hermana Laura. La
gramola, que era herencia de mi abuela Laura, quedó entonces en
posesión de mi tío materno Alberto, y no se vino a
Tánger con nosotros. Mis padres compraron un mueble Grundig con pick-up
para vinilos de 33 ¼ y 45 rpm, aunque la aguja tenía dos
posiciones y también podíamos poner discos antiguos de 78
(sobre todo unos romances gallegos que le encantaban a mi padre,
natural de Lavadores, Vigo, recriado en Tánger a partir de los
dieciséis años). Le llamábamos «la
gramola», claro. El primer disco de la nueva era que entró
en casa lo compró mi padre: Gilbert Roussel et son accordéon. Luego, en seguida, yo me hice con un 45 de The Four Lads, grupo prerroquero bastante polifónico que entonaba una canción africana llamada «Skokian» y algo titulado «Istanbul»,
donde se explicaba que Estambul ya no es Constantinopla.
(¡Cielos! Wikipedia me dice ahora que The Four Lads eran
canadienses. Cómo iba yo a imaginar una cosa así, con la
pinta de sonrisueños yanquis que se gastaban.) A partir de ese
momento, quitados un disco de tangos (cuyas letras yo entendía
perfectamente, porque había aprendido a leer en el Rico Tipo, el Billikeny las inmortales obras de Constancio C. Vigil) y otro de Abbe Lane
y otro de un orfeón español que cantaba cosas
tradicionales («Granada», «Valencia», «La
Tana», etc.), la discoteca la fui haciendo yo. El primer rock que
entró en casa vino en un 45 de cuatro canciones: dos de Elvis («Heartbreak Hotel» y «I Forgot to Remember to Forget») y dos de Eartha Kitt
(que, por increíble que me parezca ahora, se me han olvidado).
Luego, ya, claro, lo demás de los principios, desde Bill Haley al cursi de Pat Boone, pasando por Little Richard, Gene Vincent,
etc. Y quien más me gustaba, por las letras y por su enorme
energía vital y porque era francés y yo entonces era
más afrancesado que los Moratín: «Monsieur 100.000 volts», es decir Gilbert Bécaud. Brassens vino más tarde. Maestro supremo.
Cuando
nos echaron de Tánger, la Grundig y su pequeña discoteca
se vinieron con nosotros a Madrid, al sexto piso del número 233
de la calle Alcalá. En aquel momento, quien me mantenía
informado de la música era Miguel Ángel Cruz, MAC, que
seguía veraneando en Tánger y en septiembre se presentaba
en casa más moreno que Lumumba y con un rimero de singles
modernos, para escucharlos en la gramola y hacerme morir de envidia. Se
había instalado en mi familia un tiempo de vacas flacas, tras
los modestos lujos tangerinos. Creo que mi padre, recién
ascendido a comandante, ganaba unas siete mil pesetas al mes. Una
costurera les daba la vuelta a sus chaquetas y sus trajes envejecidos y
yo tenía que usarlos. Iba a la Facultad luciendo un blazer
azul marino con el bolsillo pectoral en el lado derecho. Recuerdo que
Juan Valero se dio cuenta inmediatamente y, sin querer —era buen
chico—, me infligió una humillación dolorosa:
«¡Esa chaqueta está dada la vuelta!».
Figúrense, en la Facultad de Derecho, en 1959. [En ese mismo
año y esa misma Facultad gané un premio literario
—con un trabajo de cinco o seis folios sobre ¡la
poesía de Pío Baroja!— y me gasté las
veinticinco pesetas del galardón, o casi todas ellas, en una
tienda de discos que había en el cruce de Alcalá con
Goya: cuatro canciones de Charles Aznavour.
La bronca que me echaron mis padres por haberme gastado ese dinero en
vicio fue también humillante. De aquellos tiempos, la verdad,
solo recuerdo humillaciones. Estar en Madrid, siendo yo nada menos que
tangerino: la peor de todas.]
Tardé
muchos años en recuperar la costumbre de comprar discos, pero lo
hice en un momento clave de la música popular
contemporánea: a finales de los sesenta. Me pasé
años, hasta principios de los ochenta, afinando mis
inclinaciones y constituyendo una colección de vinilos bastante
respetable —creo yo— para alguien a quien no le regalan los
discos. A partir del rock sinfónico (sí: las obras
completas de Pink Floyd, el triple álbum de Yes, las Pictures at an Exhibition de Emerson, Lake & Palmer, el Formentera
de King Crimson, mucho de Jethro Tull, incluso la Premiata Forneria
Marconi —capricho personal—, etc.), fui deslizándome
hacia la llamada música clásica, por raros caminos:
Bartók, Schoenberg, Stravinski, los últimos cuartetos de
Beethoven, incluso músicos actuales como Berio o Stockhausen o
Varese (este último, por indicación de uno de mis
músicos favoritos, don Frank Zappa); Haydn, Mozart, Bach, me
llegan mucho después, y no me enamoran del todo.
Aritméticos y fríos.
Cuando empezó la invasión de los cedés ya había en casa unos tres mil vinilos.
Y
así fue como la técnica, usada y abusada por el
márquetin de las discográficas, me quitó las ganas
de música.
Otro día seguiremos con este bonito relato.
posted by RBRB 10:25
2009/07/10
El Berluscón y Aznar también son amiguitos, según El Plural.
¡Qué emociones tan fuertes no tendrá la
política, así vivida, para que el semidiós
poligloto del PP no deje pasar un día sin considerar el posible
regreso a sus desempeños. Qué ilusión.
posted by RBRB 09:11
El árbol genealógico (literario) de Saramago, en su blog.
posted by RBRB 08:00
2009/07/09
Un texto de mi señor abuelo, tomado de su libro inédito Una vida en Tánger:
Intermedio aéreo
Una noche, cuando más enfrascado me hallaba en el trabajo nocturno de El Heraldo, recibí un telegrama que alteró bastante mis nervios. Ortiz de Echagüe, delegado de La Nación de
Buenos Aires en París, me daba instrucciones para mi urgente
traslado a Cabo Juby. Dos aviadores uruguayos —Larrea y
Borges—, que realizaban un rally desde Montevideo a París,
se habían visto obligados a aterrizar en pleno desierto, cerca
de aquella posición española. Nuestras autoridades
comunicaban que los dos aviadores estaban con vida, pero
secuestrados por tribus insumisas de aquella región
desértica. Sin embargo, se esperaba que serían
entregados pronto a las autoridades españolas de Cabo Juby.
Era, pues, necesario —agregaba Ortiz de Echagüe— que
me trasladara con urgencia a Cabo Juby para entrevistarme con los
dos nautas uruguayos. Un aparato de las líneas Latecœur
vendría desde Toulouse a Tánger para recogerme.
El rally de Larrea y Borges —reciente aún el triunfo de Ramón Franco[1]— sólo tenía una importancia circunstancial, pero La Nación de
Buenos Aires quería ofrendar al público uruguayo las
primicias de una información que tanto interesaba al citado
país. La sucursal del Banco de Bilbao en Tánger me
entregaría 6.000 duros que yo debía llevar a los citados
aviadores por la exclusiva de sus impresiones. Esta entrega, claro es,
pertenecía al secreto del sumario. Es decir: debería
quedar entre bastidores sin aparecer en escena. También se
me entregaría otra cantidad prudencial para atender los gastos
de mi desplazamiento. Ah: y quedaba hecho un seguro de vida a favor de
mi familia.
Yo
jamás había subido a un avión. Y aunque no me
tranquilizara gran cosa la existencia de aquel seguro de vida,
¿cómo renunciar a un servicio de tal naturaleza y en
tales circunstancias? También el periodismo es un sacerdocio. No
había otro remedio que aceptar. Me fui aquella madrugada a la
cama con la esperanza de que, mientras tanto, los aviadores
hubieran sido rescatados ya, haciéndose innecesario mi
viaje. Pero sí, sí.
A
las seis de la mañana, el teléfono de mi casa
repiqueteó con una insistencia que no podía soslayar. El
Latecœur estaba ya en el aeródromo y me esperaba para
emprender el vuelo. Bastará recordar, para explicar todos mis
recelos, que eran unos aparatos donde sólo cabían el
piloto y el pasajero, embutidos en unos agujeros y dejando casi medio
busto al aire. Para proteger la cabeza me había sido necesario
comprar un magnífico casco de cuero, que me daría,
indudablemente, un aire inconfundible de intrépido argonauta,
con un valor y una serenidad que, en verdad, me estaban haciendo
muchísima falta.
En
el aeródromo tangerino me esperaba algo que no imaginaba
siquiera. Me esperaba una señora francesa con la
pretensión de que le cediera un sitio en el aparato para
trasladarse a Casablanca, donde el marido se hallaba enfermo muy
gravemente. El avión viene a mi disposición,
respondí, pero es el piloto quien debe resolver, en calidad de
técnico, si ello es o no es posible. El piloto no opuso
inconveniente. Podríamos acoplarnos los dos en el reducido
espacio, colocando un asiento supletorio. Así se hizo con una
caja de madera de las que sirven para el embalaje de las latas de
gasolina o de petróleo. Cedí mi asiento a la
señora, y me acomodé en la caja, con la mejor buena
voluntad y no escasos esfuerzos, para que las piernas hallaran
acoplamiento adecuado y lográramos estibarnos en aquel agujero.
El
motor nos ensordeció por completo. El aparato se elevó y
¿quién dijo miedo? Fue pánico. Sentí que el
corazón y unas cuantas vísceras más se desplazaban
de su sitio para subir a la garganta, que se me apretó con tales
huéspedes allí agazapados. Creí ingenuamente que
aquel fenómeno sería cosa natural en tales trances,
pero algo me decía que todo aquel revuelo interior de mis
órganos más importantes no presagiaba nada bueno.
A
la media hora de vuelo la señora que me acompañaba
empezó a mostrarse inquieta. Se le demudó el
semblante, que adquirió una palidez cadavérica.
Abría mucho los ojos y sus labios se cerraban con fuerza, como
si intentara oponerse a algo que pugnaba por salir. De pronto le
sobrevino como un estertor supremo. Afortunadamente yo había
adivinado a tiempo su congoja y en el hueco de mis manos, tendidas a la
altura de su boca, quedó bien recogido lo que de otro modo
habría ido a parar, sin remedio, a mis propias piernas.
Fue
suerte también, de mi parte, que al sacar las manos al aire la
fuerza de éste no dejara en aquéllas traza alguna de lo
que habían recibido. Y allí las dejé como prendas
de colada, al sol y al viento, hasta que al aparato aterrizó, al
fin, en Casablanca.
Una
vez en tierra, poco a poco, observé, no sin cierto regocijo, que
el corazón, los riñones y hasta el páncreas
abandonaban mi garganta para reintegrarse a sus respectivos
alojamientos fisiológicos. Sólo las manos no
lograron recuperar su primitivo estado hasta que el agua de un grifo
las dejó como nuevas.
Fue
preciso, con todo, reanudar el vuelo hasta Agadir, desde donde
daríamos el salto definitivo a Cabo Juby. No es cosa de relatar
aquí la travesía del aparato sobre las arenas del
desierto. A cada instante me parecía que aquellos
estremecimientos del feble avión y el ruido a entrechocar de
latas que salía de las entrañas de su motor
terminarían en un soberbio picado sobre aquel mar dorado y
ardiente que semejaba atraernos con mayor fuerza cuanto más
avanzábamos. De los arenales sin límite ascendía
una oleada caliente, abrumadora, que amenazaba asfixiarnos. La
hélice del Latecœur no daba vueltas en el aire, sino que
parecía hendir una masa espesa y cálida que, al partirse,
nos enviaba paletadas de fuego.
Aunque
yo no lo creía entonces, todos los caminos llegan al
cabo… Incluso al Cabo Juby, tan alejado del mundo. Y
¿qué era Cabo Juby en aquella época? Lo que acaso
siga siendo hoy: un fondaq surgiendo como un
náufrago entre un mar de arenas, con un gran patio cuadrado en
el centro. Un poco más allá, el rudimentario
aeródromo donde hacían noche los aparatos de la
Latecœur —ariscados, intrépidos, verdaderos y
heroicos pioneros— que fueron construyendo en el aire la ruta de
América.
De aquel fondaq perdido
en el desierto —donde también otros héroes
españoles soportaban una vida de infierno— yo no guardo
otra impresión que la de sus infinitas arenas. Arena en la
comida, arena en el agua; dormíase con los labios, las narices y
los ojos llenos de arena.
A
poco de nuestra llegada a Cabo Juby, unos beduinos trajeron a
Larrea y Borges. España había tenido que pagar 10.000
duros en plata por su rescate. Pero ese detalle, que
también pertenecía al secreto del sumario,
quedaría entre los bastidores de la consiguiente comedia.
Los aviadores, emocionados aún por la aventura, aceptaron el regalo que hube de entregarles en nombre de La Nación de Buenos Aires. El gran rotativo argentino obtuvo el éxito informativo que se había propuesto.
—Nous rentrons? —me preguntó el piloto que me había traído.
Yo, que no deseaba volver a sentir dentro de mi cuerpo aquella zarabanda de las vísceras, respondí:
— Va usted a «rentrar» solo, porque yo me voy con los aviadores a bordo del Bonifaz
—(puesto a su disposición por el gobierno
español para llevarlos hasta Canarias). Desde allí, en un
barco de la Trasmediterránea, regresaría a Casablanca y
luego, por tierra, me reintegraría a Tánger[2].
[1]
El vuelo del Plus Ultra ocurrió en enero de 1926. Del rally
aquí mencionado no encuentro datos en ningún sitio, pero
ya se nos dice que fue posterior. Nota del copista.
[2] Imaginemos —no es imposible— que el piloto de este avión se llamaba Antoine de Saint Exupéry. Nota del copista.
posted by RBRB 13:30
2009/07/04
Alguien,
hablando del futbolista Beckam en un periódico, dice que el buen
caballero inglés —en una foto publicitaria con la
pijhortera de su señora— lleva el pelo engominado
al «más puro estilo Errol Flynn»... Los viejos
sabemos que Errol Flynn (1909-1959) practicaba un lukiluki de lo
más natural, para la época, y que le habría dado un infarto si lo hubiesen obligado a copiar la pinta de Rodolfo Valentino
(que es, seguramente, a quien se refiere el redactor de la apasionante
noticia)... Sé lo muchísimo que ignoro en este momento,
pero recuerdo con escalofrío lo muchísimo más
que ignoraba en mis años juveniles. No se puede permitir que las
tiernas criaturas ignaras definan las referencias culturales, ni
siquiera las tontorronas y frívolas como esta. Dentro de unos
años, algún becario contará que la muerte de
Michael Jackson sumió en la desesperación a los capos de
las comunas hippies de Malta.
«Zona
es uno de esos libros que uno debería empezar porque sí,
sin una sola recomendación y sin tener idea de nada. Porque
prácticamente cualquier cosa que se diga de él va a
contribuir a crear expectativas falsas y sobre todo pequeñas.
Que es arduo, sí, que es exigente, también, que no
contiene un solo punto a lo largo de sus cuatrocientas
páginas... no es del todo cierto. Lo que sí es cierto es
que Zona es el libro ideal para los degustadores de literatura bien
especiada, pantagruélicas comilonas de letras sin principio ni
final, amantes de lo difícil y, en fin, toda suerte de lectores
poco complacientes. Nada de dejarse amilanar por su extenso, imparable
monólogo interior, hay que apresurarse a entrar en él,
sin perder un segundo, y seguir el transcurso del pensamiento que
despliega su narrador, en viaje incierto hacia el fin de los tiempos,
ese trayecto en compañía de un personaje oscuro,
delimitado muy lentamente y con escasas pinceladas, del que al
principio apenas sabemos que tiene algo de espía, algo de
guerrero, algo de disminuido emocional o directamente cojo de los
sentimientos.
»Personaje tan opaco como las mil y una historias —la Ilíada detrás de este libro, como Las mil y una noches—
que repasa en su fluir y en donde amalgama el peso de la experiencia,
los errores propios y el cuerpo machacados, con la Historia encarnada
en una ristra interminable de asesinos, desde Aníbal hasta
nuestros días, engarzando personajes reales y construcciones
más o menos realistas de seres igualmente oscuros, malvados por
acto o por omisión, comisarios de la guerra, la fatalidad, el
crimen. Épica sin heroísmo en un mantra continuo que hila
un tema con el siguiente al tiempo que dibuja una humeante
cartografía del horror a lo largo de los siglos y costas del
Mediterráneo. Ahora, olvida todo esto y hazte con una copia de
esta delicatessen mórbida y excelente festival de literatura.» [Uno
es como es, qué le vamos a hacer: coleccionista de enemigos
innecesarios, adquiridos, muchas veces, por el tontuelo procedimiento
de largar más de la cuenta. Ahora, por ejemplo: una delikatesse, dos delikatessen. A no ser que pretendamos decir delicatessen,
que es como pasa el término al inglés con el sentido de
charcutería selecta.] [También parece haberse molestado
conmigo el propio Énart, cuando le comenté por correo
electrónico que no me entusiasmaba la traducción de
«âge d’homme» propuesta por Robert
Juan-Cantavella en la edición española de Zone.] [Y conste que, por lo demás, la traducción española parece francamente buena.]
Decía yo aquí el pasado 11 de febrero:
«Es
el mejor libro que he leído en muchos años, y no le
escatimaré los elogios, quizá porque, de escritor a
escritor, no me levanta la envidia. Hay libros que a uno le
gustaría haber escrito y libros que uno jamás
escribiría. Qué ejemplo poner. No me importaría
nada haber escrito una obra maestra como Rayuela, pero me sentiría muy culpable si hubiese escrito una obra maestra como La vida breve.
»Jamás se me pasaría por la cabeza plantearme la escritura de nada parecido a Zone. [Mathias Énard, Zone; Actes du Sud, 2008.] Un alivio para mí, sin duda.
»Ríanse ustedes del viejo The horror, the horror!
Esto sí que es el horror, contado sin truculencias ni
aspavientos ni ascos, con la franca naturalidad de quien ha participado
en los hechos, o en hechos parecidos, y los comprende profundamente,
como Odiseo comprende y acepta su odisea. (Conste que no sé si
el escritor utiliza material autobiográfico. No, seguramente.
Pero me lo hace creer a pies juntillas.) Es, en el flujo de conciencia
del narrador, un repaso del horror mediterráneo más
reciente y de muchos horrores antiguos; pero,sobre
todo, es una aglutinación épica de la cultura
mediterránea, que lleva siglos mezclándose por la sangre
y los genes, por las guerras atroces y los contactos pacíficos,
por el amor y las violaciones. Contando en un francés muy rico y
elástico (excepcionalmente rico y elástico: no quiero ni
pensar que se lo hayan dado a traducir a algún incompetente),
por procedimientos literarios que al principio pueden parecer
caprichosos (esa eliminación de los puntos), pero que van
haciéndosenos necesarios según pasan las páginas,
hasta que, mediado el volumen, nos resulta imposible concebir esta
historia escrita de otro modo. Todos sus elementos se conjuntan en una
indudable obra maestra.
»Aviso: son más de quinientas páginas.
»[Estoy
a pocas horas de una operación quirúrgica que me tiene
sorbido el seso, y, desde luego, no es este mi mejor momento para
hablar de libros. Pero no quería meterme en el hospital sin
recomendarles antes a ustedes esta novela portentosa. (También
es muy interesante La perfection du tir, primera obra de Énard, que leí a continuación de Zone.
Pero, digámoslo así, es un apunte de talento sin cuajar
del todo, quizá por exceso de ingenuidad o porque el escritor
aún no ha dominado sus recursos.)] [Énard vive en
Barcelona desde al año 2000. Creo que da clase de árabe
en una universidad catalana. No hay demasiado información sobre
él el internet, pero prueben a ver qué les encuentra
Google.]»
¿Qué está pasando con Zona?
La
única reacción que he detectado es esta, de una alumna
mía muy intensa y brillante, Olga Amarís, que me
escribía lo siguiente el 25 de abril:
«Buenos días:
»Acabo de leer la última página de Zone de
Mathias Énard...y qué puedo decirle. Curiosamente las
palabras, mis palabras, me parecen en este instante más hueras
que nunca. Tal vez lo mejor sería simplemente agradecerle su
recomendación. Todavía estoy en ese trance doloroso de
amoldarme a la realidad. Y digo doloroso aún siendo plenamente
consciente de que la ficción vivida ha sido doblemente
demoledora y espeluznante.
»Hacía
tiempo que no emprendía un viaje literario tan pleno (mi tiempo
puramente relativo que se traduce en tres libros-fiasco después
de la delectación inasible del Cuaderno dorado).
»Este
libro me ha reconciliado con algo que creía dando sus
últimos estertores; algo que, cual dinosaurio, seguía
viviendo a expensas de unos "nostálgicos" que iban ensamblando
sus restos. He recordado muchas veces sus palabras: "El libro muere".
Creo que tiene razón, pero esta certitud me llena de
desazón. ¿Continuará existiendo en su prole?,
¿y quíénes son su descendencia?, ¿los
guiones de cine, los blogs, los cortos...? Seguiré buscando.
»Gracias de nuevo y me alegra saber, por su página, que se encuentra mejor.
»Saludos,
«Olga Amarís»
(Pido
perdón a Olga por utilizar este texto sin su permiso. Lo
eliminaré a la menor indicación de que le ha molestado mi
abuso.]
posted by RBRB 12:43
2009/07/03
Permito que un programa llamado Muziic
(legal, youtubero) me ponga la música que le da la gana
—sólo quito los trozos del difunto señor Jackson, a
quien nunca vi el talento ni la gracia—. Se me meten en los
oídos: Lady Gaga (varias veces), The Black Eyes Peas, Agness
Carlson, Emiliana Torrini, Lily Allen, Pink, Beyonce, Jeremih, Yohanna,
Keri Hilson… Dedico al experimento sus buenos veinte minutos,
mientras corrijo en Word un texto que necesito. No me queda
absolutamente nada en la memoria: solo un machaqueo mecánico de
ritmos pregrabados, destinados a sacudir en látigo parkinsoniano
las articulaciones de los escuchantes (como dicen ahora en la
radio, llevando al tope topón la madre de todas las horteradas,
lo de «escuchar» en vez de
«oír»)… Y grititos más o menos
espasmódicos. ¿Es un orgasmo casto lo que está
bailándome el jovencito Jackson en la pantallita? (Se me ha
colado un Jackson: Don’t Stop Till You Get Enough, no pares
mientras no tengas suficiente. No andaba yo muy desencaminado con lo
del orgasmillo. Guau. Qué osado.) (Las señoritas
enseñan, todas, muchísima carne. Recuerdo unas enfadadas
declaraciones al respecto de magister Dylan: «No veo qué
necesidad puede haber de desnudarse para cantar». Bueno,
quizá en la ducha.)
¿Es por esto por lo quieren cobrar?
posted by RBRB 12:45
2009/07/01
La experiencia me ha enseñado que no debo echar en saco roto las recomendaciones de Félix de Azúa (ayer, en el Palacio de la Magdalena). Pido a amazon.com el Descartes’ Bones de Russel Shorto y cazo en internet todo los textos del autor que el éter ofrece.
posted by RBRB 07:28
2009/06/25
¿Cuántos
rollos de Kodachrome habré utilizado en mis tiempos de
entusiasmo fotográfico, cuando no utilizar diapositivas me
parecía sacrilegio artístico, cuando si alguien me
hubiese explicado el futuro de la fotografía me hubiera echado a
gritar?